miércoles, enero 30, 2008

Las nueve y el mío

Apoya primero la mano
y empuja después su cuerpo
tras un segundo ingrávido.
Así presente, casi suspendido,
se sienta a mi lado.

Murmura -días-
respondo -hola-

Callamos mirando al suelo
y pasa, azul, el primer urbano: Circunvalación 1

El hombre sin prisa a mi lado
tose sobre un pañuelo,
y mientras apura detenido la espera,
pierde una lágrima al frío

Murmura - jodido invierno-
respondo - ya falta poco-

Sonreímos incrédulos al calor, ese ausente eterno,
mientras se acerca a lo lejos el otro urbano: Errota

- Mire, ya llega el suyo- apunto incorporado.
- No- responde -Me quedo. Este no es el mío.
- Pero no pasa ningún otro en esta línea...
- No te preocupes muchacho- añade acostumbrado
- Yo sólo espero la hora de comer.

miércoles, enero 09, 2008

Llevo lloviendo tanta lluvia gris....

Le he comprado el paraguas al primer chino sonriente.
Digo chino por la cara asiática. Y por estar en Chinatown, claro.
He comido sushi de colorines mientras escampaba. Y no escampa.
Lleva lloviendo. Lleva lloviendo. Lleva lloviendo. Y son más de tres días.

Me dice un argentino que he conocido en un pub Irlandes que Vancouver tiene el segundo Chinatown más grande de América. Y que por eso le dicen Hongkouver. A mi me ha parecido gris. Y lleva tanto lloviendo que yo más le digo Raincouver. Y el argentino también sonríe. Con acento de British Columbia.

Hongkouver o Raincouver o Tantalluviagris tiene trolebús. Yo nunca había visto tantos trolebuses. Y por dentro son como los urbanos. Y por fuera cuelgan de un hilo como para no perderse. Hay muchas líneas de acero sobre las calles. Y al cabo saltan chispas que no secan el agua. Otra trama metálica en la que los momentos sólo brillan cuando ya se apagan.

Mientras tomo earlgrey con leche en "este mismo coffe-shop a la izquierda", me urgo en el día buscando una sorpresa. Un mendigo con un carrito de supermercado lleno de bolsas de basura y botellas vacías. Llevo ya viendo muchos. Llevo ya viendo tantos. Y son más de tres días. Nunca pensé que hubiera tantos mendigos en Canada. Que eso era cosa de USA.

- Hola señor. Qué tal día tiene usted?. No tendrá por casualidad alguna moneda suelta?
- No? No se preocupe señor. Lamento haberle molestado. Que disfrute del día, señor.

Cuando le pregunto a Julia Kim por qué se disculpan tanto los mendigos en su ciudad, sonrie y me dice que está prohibido mendigar. Que temen que les pongan multa.