lunes, octubre 30, 2006

Mi Mad Mad me Meme

Me llegó un Meme de Mad.
Sí. Sí hay un músico memerable en mi vida.
Por todo estos años,
memerece:
Georgie Dann

1.- ¿Eres hombre o mujer? La barbacoa
2.- Descríbete: Malo pa la salud
3.- ¿Qué sienten las personas acerca de ti? Mi cafetal
4.- ¿Cómo describirías tu anterior relación sentimental? Ay caray!
5.- Describe tu actual relación con tu pareja: El negro no puede
6.- ¿Dónde quisieras estar ahora? Carnaval Carnaval
7.- ¿Cómo eres respecto al amor? Cachete, pechito
8. ¿Qué pedirías si tuvieras un solo deseo? Acariciame
9. Escribe una cita o frase sabia: Por qué un pijama
10. Ahora despídete: Dale Dale

Dale Dale

jueves, octubre 19, 2006

Sonrió

Sonrió. Estaba tan cansado que decidió acostarse un rato. Un rato largo. Un rato tan largo que a cualquier observador impaciente le pareciese, al menos, una eternidad. Era temprano. Olía a luz y calor. Pero él tenía frío. Así que decidió tumbarse con su txapela. Llevaba boina desde hacía, por lo menos, otra eternidad.

Sonrió. Como hacía casi siempre. Como antes y después de casi todo. Pensó en su boina de paño y en el día en que salió del hospital. Hacía ya 60 años. Recordó el olor de la llegada. El olor al despertarse del sedante que le inyectaron en el manicomio. Recordó el olor de la salida, seis años después. Y el calor de su boina. La boina que tapaba el agujero de trépano en su cabeza. Recordó la mano del cirujano. Su estrecharla firme. Su sonrisa ansiosa y el agradecimiento por la operación. Lobotomía prefrontal. Único superviviente de un experimento múltiple con enfermos mentales. Salía extirpado y con la bicha que le acosaba desde el final de la guerra.

Nunca más pudo trabajar, ni entender ninguna obligación. Sólo sonreír. Y querer a esposa y cinco hijas sanas. Y luego muchos nietos. Y biznietos. Y ya nunca más la necesidad de escapar de nada. Ni de su propia risa. Se movió inquieto en la cama. Notó las piernas hinchadas y cerro los ojos.

Canturreó. Canturreó su canción de noche. Canturreaba horas y horas. Era su trampa urdida durante años. El señuelo infalible para el sueño esquivo. Oyó a su hija murmurar que no empezara otra vez. Oyó a su yerno decir que no se dice "catarrera", que es carretera. Sonrió. Recordó aquella catarrera por la que caminó. Con el fusil al hombro. Recordó caminar entre aviones negros. Y aunque ahora, con su lobotomía a cuestas se rieran de él, siempre supo que los aviones negros son los peores.

Caminó. Desde el frente del Ebro hasta casa. Caminó desde que supo que su padre había muerto, que su madre estaba sola y enferma. Que era tiempo de cosecha. Caminó aunque su compañero le gritó que no desertara. Sonrió. Un campesino no deserta nunca de su tierra. Ni de su madre Gregoria, su tatuaje en el antebrazo. Lo arrestaron meses después. La guardia civil por esconder un fusil. La policía militar por abandonar el frente. El médico militar por su loca cabeza superviviente.

Sonrió. Se le estaba enfriando el pecho. Canturreó y cerro los ojos. LLegaba el sueño. Estaba tan cansado que decidió dormir un rato largo. Tan largo que a cualquier observador impaciente le pareciera una eternidad .

Duerme bien, abuelo.
Sonríe, canturrea,
y dale seguido por la catarrera.

A mi abuelo Adrián.
5 Marzo 1916 - 18 Octubre 2006

lunes, octubre 09, 2006

Rapapolvo

¡¡Ala!!!
Ya le han crecido arañitas mofonas.
Y han tejido sus esqueletos de sonrisas en las esquinas.
Cada cuadrito de seda encierra un segundo vacío,
cada capullo atrapado quizá varias horas de espera.

Ya se acumulan montoncitos de polvo, la caspa del tiempo,
en la cabeza de las letras.
Hay un corta-pichas reptando entre ideas viejas,
y gusanos de seda mariposeando por la sexta reencarnación,
borrachitos de licor de morera.

Esta cabecita crealugares deshabitados
se merece un rapapolvo.
Y he empezando a poner de mi parte.

Ayer visité a Severino.
Es el señor antiguo que siempre encontró remedio a los desmelenes de mi padre, y mucho antes a los de mi abuelo. Ninguno de los dos tenía ni un pelo de tonto. Para eso estaban Severino y sus sólidas razones de doble filo.
Trabajo fino.

Ayer llegué:
- ¡Hombre! ¡Cuánto tiempo! Vaya horitas de venir a verme. ¿Qué, que hacemos? - Severino sonriente
- Severino, ¡RAPA!- Yo monosilábico y severo

Ahora que aunque tardón tengo la mitad del trabajo hecho.....
¿Alguien que me quiera echar un POLVO?