martes, abril 25, 2006

Surrealismo y alargaderas

- Hemos quedado a las seis y media. Venite y hacés un poco de percu... - dice con las cejas afeitadas.
- Imagínate que lo que llevás es un cajón flamenco. Eso es lo que es... Pero lo que agarrás son cuatro placas de texturas que se funden en los cantos. Asimétricas al tacto. Y un círculo en la espalda de una de las placas que escupe sonido. Que canta a golpes. Vos sos el pulso de su vida vocal. - dice con pelo negro escarola.
- Anímate. Hay un megáfono. Yo llevo unos textos surrealistas. Con muchas letras que pintan cosas. Y los leo a quien pase. O que me los lean. La que pase. - insiste en una sonrisa sin afeitar y en bombacho con el tiro tobillero.
- Va a ser lindo. En el centro de la calle. Nerea viene disfrazada de. Y va a bailar. LLevamos un ampli negro que funciona. - pendula descalzo y saltarín con pies alternos
- Llegarán zancudos y malabaristas. Luego, en procesión, nos movemos hacia lo viejo. Y tocamos samba con los brasileiros. Quiero que estés.- susurra, con la cabeza semi inclinada por el peso del gusto al pedir, y sirviendo ganas en bandejitas con sies de chocolate.

Son las siete menos veinticinco. La tarde es invernal menos dos. Oscurece en la arteria central de la ciudad de sequedades. Espero, brevemente acompañado, en un banco cercano.

Llegan a lo lejos. Son tres que caminan separados ocupando calle. Ella viene disfrazada de. Y trae un megáfono. El llega descalzo, con bombacho de tiro tobillero, el pelo escarola, la sonrisa que brinda sies de chocolate y penduleando con un candomble (tambor uruguayo) en una mano y un ampli negro que funciona en la otra. Hay un tercero con cara de nada y abrigo hasta los pies. Trae dos libros grandes y paginosos.

Me besan con ganas. Me abrazan con presencia y van extendiendo el material por la calle. Sin orden, ocupando el máximo espacio posible. La gente camina esquivosa. Tratando de no relacionar su paso con nada, pero enredándose entre nuestras miradas y los hilos invisibles que dan forma al gigantesco escenario.

- ¿Como estás?. Va a ser bueno. Mira, traigo el ampli. ¿Creés que alguien en la calle me dejará enchufarme? No tengo alargadera. Pero pido. - asiente en semipregunta convencida.

Espero fuera mientras camina hacia la boutique de la esquina. Las puertas de cristal y las luces del escaparate iluminan el desconcierto de la dependienta. Ella vende complementos de piel y abrigos de lujo. El da saltitos mientras habla, con un ampli negro en la mano. Ambos gesticulan amables. Ella hace muecas sin parar.

Vuelve penduleando y sonriendo. Que no tenía alargadera. Que muy simpática. Que si puede se pasa a mirarnos. Que sigo preguntando. Que lo intento en la tienda de trajes de boda esa. Que qué frío ¿no?. Que porqué no tocamos algo o leemos algo surrealista mientras tanto. Le digo que me voy a tomar un café calentito. No le digo nada sobre el frío seco de la vergüenza ajena. Sonrío

Regreso un rato después, con el asombro descongelado y la vergüenza abrigada. Hay casi cien personas formando un corro enorme en el centro de la calle. Una alargadera largísima enchufa el ampli a una cadena de ropa de lujo. El hilo blanco sale de la puerta principal, entre el trasiego de tacones indiferentes. Un señor con barbas y gorra negra de lana, de estibador, toca desafinado el bajo eléctrico. Cara de nada lee poesías. Nerea baila de. Él toca candomble a lo suyo. Me ve apilarme con los curiosos y, manteniendo el ritmo con una mano, agarra el megáfono con la otra y me dice al oído:

-Maestro, arráncate al cajón que hoy la liamos

miércoles, abril 12, 2006

Alquimia

Llevo mucho probando.
He puesto a macerar fragancias apestosas con "adestiempos" y aburrimiento
He mezclado raspaduras de rechazo fresco y gotitas de ojera
He hervido miradas limón con pétalos marchitos de flor del horror
He recogido pelo de silencio y rocío lagrimoso de hastío e incomunicación
He destilado carencias profundas en botecitos con mordazas impuestas
He oficiado sacrificios con lo que queda tras tu sonrisa eterna
He cosido collages de seres perfectos que te hagan de espejo

Y no consigo dar con la fórmula adecuada
Y ya no se si lo que falla es el conjuro
o es que falla la intención.

¿Como puedo dejar de desearte sin herir de muerte el deseo?